martes, 22 de septiembre de 2009

Temor es temor.

Un niño se cae mientras juega divertido. Sus rodillas duelen, sus manos están raspadas. Deja de jugar. Rompe en llanto. Ya adulto, los años escriben en su hipotálamo que es mejor estar serio cuando maneja. Y presiona su cuello sobre el trapecio. Y no balancea. Y queda atascado en el tráfico.