en el oriente, solían pensar los moradores que, la sabiduría callada es sabiduría muerta. y en aquella época en donde los Han y los Xin se enfrentaban por última vez, el guerrero antes vanagloriado se encontraba meditando en una casucha donde el arroz flotaba de manera mágica y el viento silbaba las verdades que los hombres no querían escuchar. "el mundo es libre, tú eres libre, si luchas por el control absoluto, terminarás en el olvido. si vives libre y en armonía, tu último aliento será de felicidad".
el guerrero sabía sin estar a los 400 kilómetros que lo separaba, que ahora los ejércitos estaban reuniéndose. que en unas horas estarían revisando el terreno, que hacia la tarde cuando el sol empezara a menguar los generales ya se habrían dado los últimos mensajes de advertencia. que en el camino, muchos soldados se cuestionarían disciplinadamente el destino que les esperaba. que hacia la noche, los emperadores solo querrían saber si tenían el control de los nuevos territorios.
y por cada alma que desaparecería, por cada gota de sangre, daba un símbolo de perdón, porque él había luchado con la muerte, y la había encarado, y la peor muerte era la de los demás. que el honor finalmente nada tenía que ver con la paz que ahora tenía ni con la justicia que él creía, defendía.
el guerrero dejó de meditar al escuchar el primer grito de guerra y cuando entró el niño al que enseñaría lo que es meditar.
Los nadies (Eduardo Galeano)
Hace 11 años