miércoles, 17 de agosto de 2011

en el bar.


¿me has descalificado por estar acá? observaba su mirada que juzgaba. de ahí le pareció que le recriminaba algo. después él solo la culpaba y agachaba la cabeza para darse cuenta de su imaginación aún vívida a pesar de los seis o siete tragos que habían pasado entres sus manos.

déjame darte un consejo le dijo su compañero incógnito, las mujeres saben dejar mejor que nosotros los hombres. nos dejan cagados. saben cómo cagarnos el cerebro, hacernos mierda. tú, yo sabemos que es cierto, que ricas pueden ser pero si queremos nos cagamos. le miró serio tratando de enfocarse en su aconsejado. ¿me entiendes? es mejor por eso no quererlas, tenerlas de cerquita a veces y dejarlas de lejitos, porque si nos dejan y la quieres más, te cagaste y saben qué decir, qué callar y a la mierd...

le dejó de escuchar para ver su reloj, ya debía hacer frío allá fuera y la garúa seguro no se hacía esperar. y recordó que si salieran a esa hora, ella se moriría de frío y diría que está cansada y subirían a un taxi, y como las últimas veces sólo miraría hacia su ventana, o cerraría los ojos mientras él buscaría que esa mano delgada le quisiera, o en el mejor de los casos se apoyaría en su hombro, pero más por cansancio que por algún cariño adormecido.

¡pobre diablo de mierda! y luego más lento como calculando el peso de cada palabra insultante y abriendo los ojos de rabia incontenible antes de lanzarle la puerta en la cara. ¡pobre... diablooo... deee... mieeeerda!! y el frío del acero y el vidrio de la puerta parecío golpear su cara. una mierdaa... es todo ¿me entiendes? es que las mujeres son así, continuaba su beodo compañero. yo quise una mujer por más de seis años y sabes qué, la pendeja ya conocía a un cojudo que le hacía guiños, ¿qué cómo lo supe? preguntó sin ninguna duda expuesta, porque el mundo es una hormiga, pequeñita compareee, somos nadaaaa, en una reunión encontré a uno de sus compañeros de trabajo y estaban hablando, rajando de un huevón que estaba con ella, entiendes? y seguía rejando el cojudo y mencionó que ya ese consesumareee la estaba gileando hace un añoo, y así me enteré. la muy pendeja había estado cocinando al fin, pero como joderme la vida, ¿ya visteee?? ya sabes, no las quieras, son ricas no más, pero nada, ahora son más pendeja que cualquier cojudo que está aquí. el barman le miró, sí pues a ti también a ti huevón, mientras el barman sonreía condescendiente.

y él recordó, también esas pequeñas sospechas del pasado, mientras daba el último sorbo a su octavo trago. suficiente, pensó, es hora de irme.

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