Es una protesta. Luisa, está protestando, pienso. Estoy sentado a su costado y ella ni se inmuta. Sabe muy bien que estoy a su lado y parece que me prefiere en silencio. Afuera parece imperceptible el mundanal ruido.
Sabes, a veces quisiera tener la fortaleza que tiene mi enamorada. O ese desdén por las cosas filosóficas. Luisa ahora levanta la mirada, sonríe y cierra los ojos. Quedan sólo algunos minutos para que tener que regresar a la oficina. No quieres irte, dice con los ojos cerrados. No quiero ir allá le respondo. Si pudiera hacer lo que tú haces, también lo haría. Me paro y miro por la ventana pequeña. Allá afuera hace sol y hace frío. La gente tose, trabaja, hablan para olvidarse que trabajan.
No me interesa la gente, dijo serenamente. ¿Qué te interesa entonces? Mirar hacia adentro, sonreir y mirar cómo te incomodas al ver tu reloj.
Me incomodaba muchísimo y quise excusarme con un "no hay chamba perfecta, Luisa" para verla curvar sus labios con una burla fraterna. Ni tú te la crees. ¿Hasta cuándo crees que estaremos así? Se irguió ahora energética marcando el puente colgante de sus vértebras dejando una silueta felina.
Yo hasta que vuelvas. Por lo pronto, sólo te tocará volver a ti. ¿Y qué pasa si no lo hago? Prefieres estas paredes y a una sola persona que a toda esa multitud en ese juego de vidas.
Tiene razón.
Los nadies (Eduardo Galeano)
Hace 12 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario