lunes, 11 de mayo de 2009

Un lunes

Ya estamos lunes. Vas tres semanas aquí, ¿no crees que debes salir a tomar aire? Luisa estaba con la mirada fija en su pequeño y viejo televisor, apagado.

¿No odias haber comenzado otra vez una semana? Sabes que empiezas esas acciones rutinarias... Todos tenemos rutinas, Luisa. Sí, tienes razón pero tú odias tus rutinas sobre todo porque no eres feliz de llegar a esa oficina. Se nota que no comprendes a tu jefe y que crees que no tienes mucha suerte, hasta empiezas a pensar que es tu culpa, que quizá tú debes adaptarte cuando hay adaptaciones que nos adormecen. Hoy estamos adaptados al estrés como algo normal, al sub sueldo como algo normal, a no recibir beneficios, a estar desmotivado y tener que reirte absurdamente como algo normal. Y eso, hablando sólo del trabajo.

Me dejó callado. Luisa parecía que tenía la habilidad de meterse en el pensamiento de la gente, o al menos, el mío. Pero tú has tenido una buena chamba. ¿Cuánto te estaban pagando, el doble, triple que a mí?

Sí, y me están esperando a que regrese en las siguientes semanas. Eso debería hacerme feliz, ¿cierto? ¿O tomarme vacaciones? Sonrió. ¿Qué lo que no te gusta de tu vida?

Ahora sonreí yo. Me devuelves la pelota. No soy infeliz Luisa. Estoy relativamente bien en comparación de otras millones de personas... Relativamente bien, me cortó Luisa. Estás buscando plata por el camino equivocado al igual que yo. Yo estoy sola, si vieras mi cuenta de ahorro podría largarme, hacer mi empresa o qué se yo. Pero no se trata de dinero. En cambio tú, creo que se trata de dinero y estás infeliz porque no estás haciendo lo que te gusta y ganando plata haciéndolo.

¿Qué es lo que te falta, Luisa? Ahora jugueteaba con sus pies pequeños y giró para ver hacia su ventana. Me hace falta saber que voy a estar bien me conectó sus estrellas verdes para dejarme inmóvil. Mejor anda ya avanzando a tu oficina, se enfundó en su cama.

No hay comentarios: